¿Qué debemos saber sobre la hepatitis infecciosa en perros? – Diagnóstico y síntomas
Tal como exhibe su nombre, es un síndrome que posee altos niveles de probabilidad en el contagio, es causado directamente por el adenovirus canino 1, en los inicios de la afección la hepatitis se considera aguda con sus síntomas latentes, al trascurrir el tiempo, si no es tratada, corre el riesgo de considerarse crónica.
Suele afectar sobre todo el hígado de los caninos, aun así, no tiene problema en extenderse o afectar otros órganos principales como los riñones, corazón, pulmones o el bazo. Uno de los síntomas predominantes es la fiebre y deshidratación, los cuales son causante de muchos otros síntomas que se desarrollan en cadena. El contagio es fulminante si los caninos no se encuentran vacunados.
¿Cuáles son las principales causas de la hepatitis infecciosa?
El virus responsable se dispersa principalmente en la saliva, las heces y la orina, de modo que el medio más frecuente de contagio de la hepatitis canina en los perros consiste en ingerir las secreciones de la nariz, la saliva, las heces o la orina de perros ya infectados.
Así pues, la infección se origina como consecuencia del contacto directo entre perros o por el empleo de productos contaminados como las manos, los utensilios y la ropa, o bien por vectores contagiosos como los parásitos, entre los que se encuentran las pulgas y las garrapatas.
En definitiva, la infección inicial se produce por vía nasofaríngea, conjuntival u orofaríngea, replicándose luego en las amígdalas, para extenderse a los ganglios linfáticos regionales y al torrente sanguíneo. Más tarde, se produce la infección de los hepatocitos y las células de diversos tejidos, tales como los pulmones, el hígado, los riñones, el bazo y el globo ocular, lo que conlleva hemorragia, necrosis e inflamación.
Lo más habitual es que la enfermedad se produzca en perros de menos de un año de edad. Y según algunos casos notificados, los perros recuperados de la enfermedad eliminan el virus en su orina durante al menos 6 meses, de manera que el aislamiento es importante para evitar la propagación del virus.
¿Qué síntomas presenta usualmente la hepatitis infecciosa canina?
En el momento del contagio de la hepatitis infecciosa es posible observar diferentes síntomas en función de la gravedad del virus y de los órganos perjudicados. Así, un cuadro moderado sólo puede presentar leves síntomas a lo largo un par de días, mientras que un cuadro grave tiene todo un compendio de síntomas.
Se manifiesta con fiebre, aletargamiento, inapetencia, náuseas, diarrea de tipo hemorrágico, molestias en el abdomen, deshidratación, conjuntivitis, hemorragias petequiales, taquipnea, tos, edema de córnea, y en contadas ocasiones ictericia o signos neurológicos. Por lo general, los signos clínicos surgen a partir de un plazo de incubación de 4 a 9 días, siendo evidente que muchos perros ni siquiera exhiben indicios de la enfermedad.
Síntomas de la hepatitis infecciosa aguda en los perros
La agudización de la enfermedad constituye la forma más común de síndrome relacionado con una elevada morbilidad y un índice de mortalidad que oscila entre el 10% y el 30%. Los perros que padecen la enfermedad aguda o bien se recuperan o mueren en un intervalo de dos semanas.
Entretanto, experimentan signos y síntomas consistentes en falta de vitalidad (letargo), disminución de la alimentación o ausencia de la misma, escasa ingesta de líquidos, tos, vómitos y diarrea.
¿Qué síntomas se pueden presentar en la forma aguda de esta enfermedad?
Los cuadros más agudos cuentan con una amplia gama de síntomas, entre los que se incluyen la palidez o el color amarillento de las encías, la ictericia, la alta temperatura (fiebre), la aparición de manchas rojas en las encías o en la epidermis, los amoratamientos.
El vómito o diarrea que pueden contener sangre, hinchazón o dolor en el vientre, una inestabilidad o convulsiones, así como la muerte súbita y la presencia de ojos azulados (después de la infección).
Por su parte, también se caracteriza sobre todo por amigdalitis, conjuntivitis, apatía, letargo, debilidad, polidipsia, vómitos, hematemesis, diarrea, tos, taquipnea. En ocasiones se puede apreciar hemorragias o sangrado dentro de la piel y sangre en la orina. En escasos momentos, se han notificado signos neurológicos, como convulsiones, ataxia, movimientos en círculo, ceguera aparente, presión craneal, en asociación con la encefalitis.
Síntomas de la variante de moquillo de la hepatitis canina
Como tal, la enfermedad del moquillo se trata una infección vírica de carácter contagioso para el sistema respiratorio, gastrointestinal y neurológico del perro. Sobre todo, agrede el tubo digestivo, lo que provoca vómitos y diarrea cargada de sangre.
Así mismo, inhibe el funcionamiento del sistema inmunitario del perro y, por desgracia, puede incluso perjudicar al corazón, y en conjunto con la hepatitis, provocan daños, de igual forma, en otros órganos como el hígado, los riñones y los pulmones.
Síntomas de la variante del edema corneal de la hepatitis canina
En ocasiones, algunos perros que se encuentran en fase de recuperación de una hepatitis infecciosa canina generan una hipersensibilidad ocular que conduce a la degeneración y necrosis del endotelio corneal, originando de esta forma, el consiguiente edema corneal que se conoce clínicamente con el nombre de ojo azul. Éste es, básicamente, una opacificación de la córnea que suele producirse a raíz de la recuperación infecciosa.
Este fenómeno o síntoma perceptible ocurre debido a que es usual obtener una respuesta de anticuerpos por parte del sistema inmune, la cual aparece 7 días después de la infección y evita el daño tisular.
De hecho, al persistir el virus en los glomérulos renales, así como en estructuras oculares como el iris y el cuerpo ciliar, y en la córnea, conduce a desencadenar la formación de inmunocomplejos circulantes, lo que a su vez provoca un edema corneal persistente.
El ojo azul figura como el único síntoma de dicha variante, además, el edema corneal no se resuelve durante meses y puede asociarse a complicaciones pues se asocia al resultado de la replicación del virus dentro de las células corneales.
¿De qué forma se puede diagnosticar a un perro con hepatitis infecciosa?
Esta enfermedad se diagnostica por medio del aislamiento del canino infectado o los estudios de PCR, pero el diagnóstico definitivo se obtiene a la hora de realizar una biopsia de hígado, de hecho, se trata desde luego, de una forma definitiva de diagnosticar, pues determinará en qué medida la enfermedad hepática es grave y de qué tipo.
Este procedimiento de biopsia puede efectuarse por vía quirúrgica, laparoscópica o bien a través de la piel utilizando una aguja especializada que se guía por ultrasonidos.
Gracias a los resultados de la biopsia, es posible evaluar el pronóstico de los canes y trazar opciones de terapia adecuadas, como por ejemplo un antibiótico de gran espectro, un desinflamatorio o un remedio.
En caso de que su mascota no tenga la vacunación adecuada y manifieste los síntomas citados, el veterinario podría presumir que se trata de una hepatitis infecciosa. Es de esperar la realización de algunos exámenes, a saber, los que a continuación se exhiben, para confirmar las sospechas.
Con un diagnóstico clínico mediante los síntomas
Antes que todo es necesario tomar en cuenta que, en el momento en que su perro empiece a exhibir indicios de enfermedad hepática, por lo general, esto indica que se encuentra en un estadio muy avanzado. A decir verdad, los signos agudos y los historiales ayudan a los veterinarios a elaborar un diagnóstico parcial.
Se especifica la palabra parcial puesto que dejar un diagnostico a virtud de exclusivamente los síntomas o los chequeos físicos resulta bastante ambiguo. En términos generales, los síntomas siempre son afines y comórbida con otras enfermedades, podría ser en esta ocasión cualquier infección viral y no necesariamente hepatitis.
En otros casos, los resultados del chequeo podrían arrojar un estado normal o simplemente no otorgar la suficiente información para identificar algún síntoma, a no ser que el canino presente ictericia. Ante cualquiera de los síntomas antes mencionados, consulte de inmediato a su veterinario.
Mediante pruebas diagnósticas de laboratorio
Debido a que el diagnóstico correcto obtenido a partir de la observación de los síntomas es poco fiable, existen pruebas de diagnóstico como las pruebas de anticuerpos, la exploración por inmunofluorescencia y los exámenes de sangre, pues el muestreo del hígado o de un ganglio linfático agrandado, es posible constatar la presencia del virus.
Precisamente de ahí la enorme importancia que tiene la realización de pruebas de laboratorio a fin de realizar una valoración más exhaustiva de los caninos afectados por la hepatitis. En resumidas cuentas, para lograr el diagnóstico de la enfermedad se necesitan pruebas de laboratorio, en dado caso que la enfermedad sea grave, el perro también puede requerir transfusiones de sangre.
Con la necropsia y pruebas de microscopio
La necropsia en particular se lleva a cabo cuando el animal ya ha fallecido con el propósito de indagar en la causa de muerte, y así, determinar si fue una hepatitis infecciosa. Este procedimiento en abrir a la altura del abdomen y el tórax para luego examinar cada órgano.
Las pruebas de microscopio se asemejan a la biopsia antes mencionada, la cual se obtiene información a partir de la toma de tejidos que luego son observados y estudiados por un microscopio en busca de alguna anomalía.
¿Cuál es el tratamiento mas común que se da a los perros con hepatitis?
En relación con la hepatitis, por desgracia, no hay medicamentos específicos para combatirla, pues los antibióticos son inútiles al tratarse de un virus y no de una bacteria. Sin embargo, el veterinario prestará apoyo a los caninos en su lucha contra el virus y además, dará indicaciones tales como:
- Nutrición y cuidados intensivos: Es posible la necesidad la atención intensiva con el fin de mantener a su mascota aseada, protegida, nutrida e hidratada. En caso de ser incapaz de comer o no querer hacerlo, puede que sea preciso administrarle alimentos a través de una sonda gástrica. Asimismo, es necesario mantenerlo aislado del resto de perros para impedir la infección y la propagación de la hepatitis infecciosa.
- Una infusión de líquidos: Los caninos durante la enfermedad necesitarán que le administren líquidos de forma directa en el torrente sanguíneo para sustituir los que hayan perdido como consecuencia de la diarrea o los vómitos e impedir un estado mortalmente deshidratado.
- Transfusión de sangre: En ciertos supuestos los caninos puede requerir o no de una transfusión de sangre de urgencia. Aun así, es una indicación que no se puede dejar de lado.
- El uso de otros medicamentos: En función de los síntomas de los caninos puede que sean necesarios otros medicamentos para aliviar los síntomas subyacentes.
- Expectativas: Todo perro con un caso leve de hepatitis infecciosa tendrá grandes posibilidades de supervivencia siempre y cuando reciba un tratamiento oportuno del profesional veterinario. Por el contrario, un perro infectado de gravedad tendrá muchas menos posibilidades de sobrevivir y, en consecuencia, estos perros con frecuencia mueren rápidamente o se les aconseja a los dueños la posibilidad de eutanasia para evitar su sufrimiento.
¿De qué manera puedo prevenir que mi perro sufra hepatitis infecciosa?
Los perros que consiguen sobrevivir a la hepatitis infecciosa suelen ser un riesgo para los demás por un tiempo prolongado, puesto el virus se libera en la orina durante 6-9 meses una vez recuperados. Es más, el virus de la hepatitis es capaz de sobrevivir en el medio ambiente hasta meses después.
Así pues, resulta fundamental vacunar a los perros con periodicidad con el fin de prevenir esta amenaza latente. Esta es una vacuna elemental que todos los perros precisan. En ausencia de protección, las infecciones víricas podrían provocar la muerte de los perros. A las 6 semanas de edad, los cachorros ya pueden empezar a recibir esta vacuna. Luego se les debe aplicar un refuerzo de alto valor cada 3-4 semanas hasta que tengan aproximadamente 16 semanas de edad.
Todo cachorro que no esté vacunado, o aquellos que sólo hayan recibido su primera dosis, carecen de protección contra la hepatitis infecciosa, solo cuando reciban el ciclo de vacunas pueden permitirse sacarlos al aire libre, como el jardín o áreas verdes de la casa, lugares públicos o perreras.